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Hasta el más
insignificante en mi vida, fue partícipe de lo que ahora soy. Del primero al último.
Cuando digo que me aburrieron, no es una de las exageraciones que me
caracterizan. Es una realidad. Una de las más tristes. Hubo buenos y malos, y
no estoy segura de saber si de cada uno tomé lo mejor o lo peor. Tal vez una
mezcla. El problema es que ahora soy esto de lo que no me enorgullezco. Después
de idas y vueltas, acepté que el amor existe. Que puede ser real. Pero no el
eterno, el de cuentos, el rosa...
No esperes
de mí promesas de ‘amor para siempre’. Ni el beso, el abrazo y la ternura. Hago
lo mismo que hicieron muchos, por no decir todos.
Lo
positivo? No estoy (tan) vulnerable a que me lastimen(s).
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