Hacía mucho que no me ponía a escribir. Es que mi vida estaba bien. Y lo sigue estando. Pero algunas cosas me hacen pensar. Le pego una ojeada al pasado y la verdad que no entiendo el presente. En realidad sí, y eso es lo triste. Darme cuenta que fui el blanco fácil durante tanto tiempo. La pelotuda, eso fue exactamente lo que era.
Cuando yo confío en una persona, lo hago plenamente. Sin dudas ni condiciones. Defiendo con uñas y dientes a aquellos que considero que lo ameritan. Y es un re mambo cuando te das cuenta que esas personas, no merecían ni la mitad de lo que recibieron. A lo mejor no por malas personas. Solamente por tener una esencia que los convierte en la crueldad personificada. En este caso, podría denominarlo como falsedad en persona. Es que todos esos adjetivos, en este caso, van de la mano. Descubrí una persona hipócrita, envidiosa, víbora, con pésimas intenciones. Y de esa gente, el mundo está lleno. Pero no pensé que tan cerca mío. Que iba a ser de las que no quería soltarle la mano.
Escuché tantas mentiras que elegí tragar. Escuché tantas quejas que hoy, vuelvo a elegir callar. Por ella, que sé que no se lo merece. Y sin embargo lo hago. Por mi forma de ser, claro está. No lo veo justo. Pero no puedo contra mí misma. No puedo pagarle con la misma moneda, porque no sería yo.
Entiendo (y juro que lo hago) que me metí en un plano que ella hubiese preferido que no lo haga. Pero el destino es así. Hoy estoy acá y sinceramente, espero estarlo por el resto de mi vida. Yo no tengo la culpa del rumbo que tomaron las cosas. De las relaciones que yo tengo. Y mucho menos soy culpable en las relaciones que ella puede llegar a tener (o intentar tener).
Siempre dije que sus prioridades no son las mías. Y que aceptaba eso, por mucho que me pese. Pero hay límites. Lo mío, no lo comparto. Lo que es exclusivamente mío, no puede pertenecerle a nadie bajo ningún concepto. Y ella, por más de que fuese tan importante para mí, no iba a ser la excepción.
Lo triste es que fui la única que dijo “no chee, no es tan así, ella es buena”. Y ahora todo lo que escucho es “yo te visé”. Y sí. Caí y fui víctima de sus mierdas y manipulaciones. Ya no más, obvio. Ya no hay vuelta atrás. Ya no. Cuando digo víctima, lo último que quiero es ponerme en el lugar de pobrecita. Al contrario. Acá la única desdichada, que cree saber lo que quiere de su vida y se equivoca, es ella. La única que sufre que yo esté acá, es ella. Sin dudas la pasa peor que yo. Pero porque no puede contra la mierda que le corre por dentro, que le hace querer que a nadie le vaya mejor que a ella. A mí no me sobra nada. Salvo felicidad, alegría y amor. A lo mejor ahí radica la diferencia.
Ver que llama a esa chica que trató de mentirosa y trola, solamente para ver cómo anda, me demuestra que tiene dos caras. Esas cosas conmigo, no van. Si se lo hace a ella, sin dudas me lo hizo a mí. Yo soy sangre, ella no.
Todo eso, de todas formas, ya no tiene sentido. Ni sus comentarios de mierda que intentan colocarme en una posición que no me favorezca. Ya nada tiene sentido. Estás en un freezer, sin nada por hacer. Mi vida es mía y yo la manejo. Y como ya dije, lo mío, no te pertenece. Entontes, antes de sacar lo peor de mí… correte. Alejate de lo que no te corresponde. Porque ahí, precisamente ahí, vas a ver de lo que yo puedo ser capaz. A mí, haceme lo que quieras, porque me va a resbalar. Con ÉL, no te metas.
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