viernes, 31 de julio de 2009

Podemos salir a caminar. Puedo mostrarte mi barrio con los muchos vecinos que no me conocen. Puedo confesarte que lugar tiene el mejor precio, y todas las parejas que se formaron a lo largo de estos años. Podemos contar cuantas casas quedan sin poner alarmas, y cuantas ya fueron desvalijadas. Podemos señalar vecino por vecino, para ver su reacción mientras nos reímos a escondidas y en secreto. Podemos hacer mil cosas. Podemos caminar cuatro cuadras y llegar al parque. Comprar el copo de nieve más grande visto en la historia, sacarnos una foto en la calesita y alguna que otra en las hamacas. Podemos robarle el balde y la pala a algún nene y construir un castillo de arena. Sí, podemos. Podemos abrazarnos, y patear la pelota que se les fue larga a los chicos que jugaban más allá. A lo mejor nos da ganas de tomar mates, y podemos hacerlo.
Acá el problema soy yo. No sé si puedo hacer feliz a alguien más. No sé si puedo lograr que sientan orgullo sincero por mí. No sé si estoy a la altura de todos los que están a mi alrededor. Ni siquiera sé si lo que hago, es para mí. Lindo quilombo. De todas maneras, siguen siendo más las cosas que sé que puedo, que las que no puedo. Ese es motivo suficiente para seguir viva. Al lado tuyo. Y más erguida que nunca.

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